jueves, 17 de febrero de 2011

dos tipos duros

Desde que en 1989, caminando de noche, con amigos, en pleno estado de sitio decretado por don Raúl, que le tengo aversión a la gente con pistolas. Esa noche alguien vio, desde la comodidad de su casa, que cuatro pibes que no alcanzaban los 16 años, caminaban fuera del horario permitido por el gobierno. Acto seguido, llamó por teléfono a alguien [no existía el yankirizado 911] y entonces el que recibió el llamado envió un auto a ver qué pasaba.

Y entonces lo vimos. Era un Taunus, que se nos puso a la par. Y con la ventana baja, un tipo con una pistola nos apuntó. Levantamos las manos. Y el tipo se bajó. Sentí [sentimos] un cagazo tremendo. Y el tipo nos dijo que era cana [estaba de civil, of cors] y nos preguntó qué hacíamos en la calle, que sino sabíamos que había estado de sitio. Y que teníamos que estar en la cama porque éramos unos pendejos de mierda. Y nos dejó ir. Y nos fuimos caminando con las manos alzadas. Creo que en algún momento nos dijo que las bajáramos. Sí, ok, las bajo, pero dejá de apuntarme, pensé. Y no lo hizo, claro.

¿Y a qué vienen estos recuerdos? A que de repente regresan como una trompada en la forma de dos tipos de traje. Los vi entrar a mi oficina, a mi Full que hoy estuvo particularmente tranquila.

Los vi y automáticamente salí. Ellos, los dos, se sentaron contra el ventanal. Son ex canas. Ahora son guardaespaldas. De esos guardaespaldas que mejor no te cruces. Porque te bajan. Y son una pareja despareja, con dos común denominadores: pelo cortado al ras y pistolas en la sobaquera. Está el gordo, que fue el primero de la pareja en abandonar la fuerza. Porque entendió que la plata estaba en otro lado. Escoltando a alguien. Haciendo inteligencia para otro. Y no para el pueblo. Y entendió, también, que su bienestar material se iba a denotar en un aumento paulatino de peso. Hoy, obeso, compra sus trajes en XXL. El otro es el nuevo.

Los veo y lo pienso así. Porque el gordo es más desinhibido, se desparrama en un asiento para dos, levanta su brazo izquierdo y deja al descubierto la pistola [no, no le pongo doble sentido a la frase]. Habla como canchero. Y el otro mira. Y habla por teléfono.

Y los dos me dieron miedo.

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