A metros míos, una rubia, muy linda, estudió durante un rato largo. Fórmulas y cosas por el estilo. Sin dudas, algo de economía, administración o similares. También un pibe se acercó con un libro enorme, así de gordo (estoy estirando los dedos índice y pulgar). Y a eso de las cuatro de la tarde, apareció mi compañero desempleado.
Debo decir que dudé de él. Hace unos días, al verlo subir a su Megane azul, con un Nextel en la mano, creí que era remisero. Que sólo venía acá a matar el tiempo sin viajes. Pero no. Esta tarde, después de su siesta habitual, fue al auto y buscó un libro. Me dio la impresión de que estaba buscando un upgrade de sus conocimientos, de que el hombre parece que lo han echado de una empresa y trata de incorporar nuevos conocimientos. Bien por él.
Y supongo que algunos se estarán preguntando: ¿y por qué tan pocos posteos últimamente? No, no es que encontré trabajo; sigo con cosas freelance. Y a veces este estado me inmoviliza. Me siento, abro mi computadora, y pongo la página en blanco. El problema es que no tengo que crear nada interesante, sino que tengo que elaborar textos mecánicos sobre la base de una entrevista. Y eso a veces es paralizante. Digo, remarla con tan poco. Lo hago. Escribo. Y al rato estoy seco.
Tan seco como otra rubia que apareció hace un ratito. Flaca, con remera transparente, entró a la Full para comprar una Coca. Cinco segundos después, le hacía señas a su hombre, apostado al lado de un Audi: grande o chica preguntaban sus manos. Grande, contestaba el hombre, muy gordo, muy forrado en guita, muy divorciado dos veces y con una remera azul de polo, con el número 3, también muy grande, en su manga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario